MI CONFLICTO AFGANO
En agradecimiento a Valeria Almendros
Mi nombre es Martin Alvarado, Coronel del Ejército de Tierra destinado en el Cuartel General del Mando de Operaciones Especiales (MOE), con base en Alicante desde hace varios años. Sentado en mi asiento del avión Hercules C-130 que sale del aeropuerto de Kabul, repaso la vida que he llevado desde que conocí por primera vez este país, AFGANISTAN. Miro a mi lado y pienso en lo más preciado que está sentado a mi lado, mi ahijada Petra. Son muchos los sentimientos que me surgen, las imágenes que me vienen a la mente, los recuerdos que tengo, las alegrías y tristezas vividas, los años pasados en este bellísimo país del que nadie se quiere acordar.
Quiero poner orden en mi cabeza, quiero poder organizarlo todo para poder contárselo tranquilamente a Petra con el paso de los años, y nada mejor que sacar mi agenda para tomar pequeñas notas. No quiero que nada se me olvide. Han sido días difíciles para salir del país, no ha sido fácil. Los talibanes controlaban los accesos a Kabul y solo tras declararse la salida de las fuerzas internacionales del país se ha permitido que nos vayamos. Reuniones y acuerdos para poder diseñar un plan de evacuación, no solo de las tropas destinadas, también de personal civil y muy importantes cooperantes.
Nunca pensé como iba a acabar esta “invasión”, pues ese es el término que utilizaban la mayoría de los afganos a nuestra ayuda internacional. Tampoco recuerdo como me enamore de este país, pero si me acuerdo como llegue. Estaba destinado en el año 2001 en Jaca (Huesca), la participación de las fuerzas españolas en el extranjero era bastante amplia y necesitaba una nueva aventura.
Durante el año 2000 luchamos contra el maldito cáncer mi mujer y yo. Siempre buenas y esperanzadoras noticias, nunca con probabilidad del 100% y en las navidades del 2000 tuve que despedirme de ella. Habían sido muchos los sueños truncados por esta maldita enfermedad, y con su muerte quería cumplir la última promesa “ser feliz y ayudar a los demás”.
Llevaba unos años con el puesto de Capitán en la Escuela Militar de Montaña y Operaciones Especiales de Jaca, mi buen quehacer y mis resultados me habían condenado a ser Jefe Instructor de la Unidad que dirigía. Tras un periodo de descanso por el fallecimiento de mi esposa, me juré ayudar en la primera misión en el extranjero que surgiera. Por entonces Afganistán era un país mirado con lupa, y la presencia de Osama Bin Laden con su organización terrorista Al-Qaeda no le favorecía. Mostré mis ideas al Coronel Maqueda Jefe de la Unidad y prometió ayudarme en cuanto fuera posible. Se rumoreaba varias intervenciones, pero los atentados del 11 de septiembre del 2001 en EEUU precipitaron todo lo que luego ocurrió.
El 20 de diciembre de ese mismo año el Consejo de Seguridad de la ONU con la Resolución 1386 creaba la FUERZA DE ASISTENCIA PARA LA SEGURIDAD (ISAF) de Afganistán. Una semana después, España se unía a dichas fuerzas enviando un primer contingente de unos 250 militares. Era enero del 2002 y me embarque en dicha misión. No sabía el tiempo en el que estaría destinado, en principio era para un año más o menos, ya ni lo recuerdo. En un principio como apoyo a las fuerzas americanas destinadas en Kabul, pero el tiempo fue pasando rápidamente. De aquella época recuerdo la ignorancia que tenía de este país.
Recordé una película que hablaba de él, Rambo III. En ella un mercenario americano tenía que salvar a un mando retenido por las fuerzas soviéticas en un castillo en alguno de los valles. No tenía ni idea de donde estaba, sabía que en el centro de Asia, pero nada de nada, lo que me vino a la cabeza de dicha película.
Quería saber más, así que cuando tome el avión conmigo fue un breve tratado sobre la situación geopolítica de este país. De esa forma supe que había sido colonia británica, y que tras su independencia estuvo años en una tranquila paz (más o menos desde finales de 1920 hasta finales de 1970). La guerra fría le afecto estratégicamente, el golpe de estado comunista en el país conto con la ayuda de la URSS. País guerrillero desde el S XVIII, las etnias y tribus que lo componían le daban una personalidad diferente a otros países de alrededor. La salida al Océano Indico de los gaseoductos soviéticos era de vital importancia.
Durante esos tres primeros años fui conociendo poco a poco el país. En noviembre del 2004 me puse al mando del contingente español como Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT) en Mozar-e-Sharif al norte del país.Nuestra misión era estabilizar y proteger a la ciudadanía de la zona. Los señores de la guerra, los talibanes, Al-Qaeda y Pakistan eran muchas de las amenazas que tenían que soportar dicha población.
El grupo humano destinado por el Cuartel General de la ISAF a Mozar era estupendo, la implicación de todos en el proyecto tenía que ser una de las prioridades y así fue. Era importante poder comunicarnos, y el ingles fue el idioma de apertura. Gracias a los colaboradores, se montaron diversos proyectos de que reconstruyeran el tejido social. Yo me apunté a aprender algo de afgano, como muestra de la implicación que quería tener con este pueblo. Recordaba la promesa realizada y no solo eso. Me tatué la frase “no rompas el juramento” en dicho idioma, no quería que se me olvidara nunca, quería verlo todos los días al levantarme.
El General Maqueda me visitó a finales del 2005. Había ascendido y le habían nombrado Comandante en Jefe de las tropas españolas destinadas en Afganistán. No quería que siguiera allí, se necesitaban también en España buenos militares que enseñaran a otros lo que había que hacer. Me insinuó que volviera a mi antiguo destino. No había posibilidad, mi sitio estaba allí. Fueron días donde me acompaño en mi trabajo por la zona norte, vio mi implicación con la población de la zona, el trato con la ciudadanía, mi alegría por el trabajo realizado. Se fue contento de mi decisión, haría lo posible para que pudiera seguir allí y eso incluía más recursos para poder continuar con los proyectos abiertos.
Sin saberlo, había conocido a dos de las personas más importantes en mi vida, Mulah y Abdal. Una joven pareja cooperante que ponían sus máximas ilusiones en el proyecto de mejora de la calidad de vida en las mujeres. Un problema grandísimo en la sociedad afgana. Las mujeres son infravaloradas en este mundo de guerra, el mundo árabe extremista las está reduciendo a ser solo el miembro reproductor de la sociedad, y el poder talibán con el burka por medio no deja de presionar esta idea.
Su implicación en dicho proyecto era superior a lo que se le podía pedir, mayor de lo que el resto daba y el amor que se procesaban era digno de admirar. Me recordaban mis años mozos donde mi pasión era desmesurada, donde el dolor cuando me separaba de mi amada me enloquecía, que los periodos sin ella me angustiaban. El periodo en Zaragoza fue como una cárcel para mí, pero el fin justificaba los medios y sabía que nuestro futuro sería mejor aunque momentáneamente tuviéramos que estar separados. Cada vez que pensaba en ella me tocaba el tatuaje, pocos lo conocían, pero todos sabían que algo tenía escondido.
La comida a los cooperantes la aportaba la comunidad militar, por las noches cenábamos todos juntos y en una de ellas me toco a su lado. Entre mi afgano básico y su poco ingles pudimos mantener una conversación. Supe que Mulah tenía 17 años y ella Abdal 16. Eran jovencísimos. Me contaron su historia, una de miedo. Sin futuro desde jóvenes, rodeados de guerra, de penurias y lo más importante SIN FUTURO. La llegada del contingente militar les abrió una pequeña ventana a la ilusión. El matrimonio era concertado en Afganistán, pero la escasez de recursos y la imposibilidad de la dote hicieron que se pudieran casar por amor.
Tomamos una infusión después de la cena y conversamos un rato antes de recogernos en nuestras viviendas. El Cuartel estaba en el centro de la ciudad y ellos vivían bastante cerca. Cuando acabamos les acompañe, necesitaba despejarme un poco y el aire fresco de la noche me ayudaría a entender un poco mejor todo lo que estaba sucediendo. No pare de observarles, se querían con locura, se notaba en su lenguaje corporal. No se mostraban cariñosos en público, no lo permitía la religión. Charlamos y reímos hasta que llegamos a su casa.
Con los meses me fui enterando un poco más de su vida, sin familia estaban solos en el mundo. Las constantes incursiones de los señores de la guerra habían producido muchas secuelas en esa zona afgana. La familia de Mulah era herreros y la de Abdal pastores, en condiciones normales no hubieran podido casarse, pero la soledad les había sonreído con el amor. Los últimos años sobrevivieron haciendo todo tipo de trabajos para poder comer, la vivienda era la de la familia de él, la cual había sido destruida en la incursión talibán donde habían muerto sus familiares más queridos. Lo poco que habían arreglado para poder vivir eran escombros de otras casas destruidas. Los militares les habían salvado la vida.
En mayo el Mando Operativo del ISAF en Kabul me llamó para una entrevista. Durante una comida les pregunte si habían visitado alguna vez Kabul, su respuesta fue que NO. Durante estos meses Mulah y Abdal se habían convertido en personas muy cercanas a mí, con confianza dentro del destacamento militar en Mozar. Es por ello que les invite a acompañarme a Kabul con parte de mi cúpula militar.
El viaje era de trabajo, pero también tuvimos tiempo para poder pasear por una ciudad que se intentaba reconstruir de sus constantes actos bélicos. Nunca habían visto una ciudad tan grande y tampoco las cosas que vieron. Eran caras de constante sorpresa y eso llenaba mi alma. La cena en uno de los restaurantes céntricos fue el colofón a unos días increíble. La Sargento Galindo les acompaño al bazar para poder comprar ropa para la cena, fue uno de mis mejores regalos. Nos acompañaron mis personas de confianza, el Capitán Almendros, el Teniente Mateo y la Sargento Galindo.
Mientras cenábamos vi la cara de felicidad de todos ellos, lo contentos que estaban, y lo lejos que les quedaba la guerra en esos momentos. Es increíble como el humano es capaz de abstraerse en la mayor de las situaciones posibles. En territorio hostil, a miles de kilómetros de nuestra casa, con la comunidad internacional presionando por todos los lados y nosotros disfrutando de una deliciosa cena.
El Capitán Almendros me pregunto “jefe,¿para qué hemos venido aquí?”
Les conté entonces para que había sido requerido al Cuartel del ISAF. Me han propuesto dirigir el PRT de Qala-i-Naw. Quieren que continuemos el mismo trabajo en dicha zona, consideran que los proyectos que estamos realizando ya están suficientemente asentados, los colaboradores están instruidos y compenetrados con los mandos militares de la zona y creen que es el momento de que avancemos hacia el Oeste y la frontera con IRAN. Es un primer camino, la idea es añadir la ciudad de Herat. Son ciudades muy importantes para el Mando Estratégico, y el General McKiernan considera que nuestra labor puede ser muy importante. Por cierto, he sido ascendido a Teniente Coronel, os debo una copa.
Todos se levantaron y me felicitaron, tomamos la copa prometida y empezaron las preguntas. La más importante ¿Qué íbamos a hacer? Mi discurso giro sobre el trabajo realizado y los beneficios que podríamos llevar a otros lugares. Formábamos un buen equipo y no quería separarlo, pero entendería que alguno se quedara en Mozar. Además, algunos estaban finalizando su periodo de presencia en el país y no quería obligar a nadie. Era una decisión complicada y no era cuestión de presionar.
Mulah y Abdal fueron los primeros en hablar, cuenta con nosotros para ir a Qala. Mi corazón estalló de felicidad, no esperaba menos de ellos, pero siempre hay una pequeña duda en la decisión que se pueda tomar. Me levante y les abrace dándoles mil gracias. La sargento Galindo se levantó y cuadrándose con su estupendo vestido de fiesta elegido para la ocasión, también apoyo mi decisión.
Me llena de orgullo dicha decisión la dije. La sargento era mi mano derecha con los colaboradores, realizaba las misiones más increíbles que pudiéramos imaginar y conseguía cosas que nunca hubiera creído. Extremeña de cepa, de ciudad de conquistadores como Trujillo, se había alistado al ejército cuando quedo huérfana a la edad de 18 años. Un futuro incierto le hizo apuntarse a la escala básica y de ahí a Afganistan. Se rumoreaba que era mi niña preferida y que ella estaba enamorada de mí, pero nunca hubo un indicio a tal cuestión. La edad y la graduación era un muro a esa posible relación.
Almendros y Mateo certificaron lo que sabía “uno para todos y todos para unos”.
Al día siguiente comunique mi decisión al Mando Estratégico, me dieron un plazo de unos tres meses hasta que llegaran nuestro relevo y poder entonces nosotros comenzar nuestra nueva misión. En esos tres meses un pequeño destacamento de 200 militares entre españoles y americanos se irían instalando hasta que llegáramos nosotros. Solicité un batallón para poder realizar los proyectos que tenía en la cabeza, y me fue asignado en enero del 2007.
Durante el mes de septiembre se
realizó la Operación Medusa por parte de USFOR-A que trajo como consecuencia el
control en la proximidad de la ciudad de Kandahar, especialmente en la ciudad
de Panjwai. El resultado de la operación fue de
512 talibanes y 28 miembros de la ISAF muertos.Solo
llegar a Qala nos sorprendió la Operación Aquiles en marzo del 2007. Aunque
parezca mentira, algunas de las operaciones estaban tan en secreto que nos
sorprendía hasta los que estábamos allí. El cerco contra los talibanes no tenía
tregua y había que seguir combatiendo contra ellos
A finales de año Abdal sufrió un aborto, no era el primero y eso minó la moral del grupo durante unos días. La Sargento Galindo la llevó al hospital militar para que la realizaran algunas pruebas. El hospital había ido creciendo con el tiempo, y de lo básico se había construido hasta un quirófano permanente, con UCI y todo. Un gran avance. La doctora era una joven capitana especializada en ginecología. La sargento había entablado amistad con ella después de unos desajustes que había sufrido solo llegar a Mozar y la solución que la había administrado había surtido efecto. Por cierto, la Capitana Maroto también se había ofrecido a acompañarme a Qala si el grupo que nos sustituía había un médico. Moví mis hilos a través del General Maqueda para que así fuera.
Todo estaba preparado para realojarnos de nuevo, y en cuanto el destacamento llego para sustituirnos nos preparamos para partir. Transmitimos toda la información al nuevo mando, hicimos las presentaciones pertinentes con los jefes locales, reuniones con los colaboradores, situación de los proyectos, inspecciones del territorio, problemas con los grupos insurgentes y todo aquello que pensamos podría ayudarles en su vida cotidiana. Al cabo de varias semanas nuestro trabajo había acabado y partimos hacia Qala-I-Naw.
Los años pasaron rápidamente y los proyectos que pusimos en marcha fueron dando los frutos deseados. La zona se dejó ayudar, la base se integró a las mil maravillas en la vida cotidiana de la población. Ayudaron y mucho la presencia de Mulah y Abdal que rápidamente encontraron un grupo de voluntarios colaboradores para iniciar todo lo que teníamos en mente. La población había sufrido bastante, estar cerca de la frontera con IRAN traía esas consecuencias. Pero ya estábamos acostumbrados a estas tierras, vinimos para unos meses y llevamos 8 años. Va a ser difícil conseguir la paz en esta tierra.
Cuando uno quiere ayudar a las personas lo primero que ha de preguntarse es ¿Cómo puedo ayudarlas? Cada uno tiene sus necesidades y nosotros tenemos que ver cuáles son las suyas. Nuestros proyectos iban encaminados a la resolución de esta primera pregunta. Hay otra pregunta mucho más importante
¿Quieren que les ayudemos? Ahí radica el problema de la Cooperación Internacional. Nosotros creemos que estamos ayudando, pero para muchos esto es una invasión y solo cuentan el tiempo que nos falta para irnos. La población normal, la que sufre, nos ve como una pequeña solución. Somos como un salvavidas momentáneo, alguien que les cubre durante un pequeño periodo de tiempo. Pero ellos no opinan, sus dirigentes (tanto locales, territoriales o nacionales) creen que ya podrían llevar las riendas del país ellos solos. Solo necesitan financiación, recursos y apoyo militar para “sus” causas.
¿y cuáles son sus causas? Muchas veces, por no decir la mayoría no están en consonancia con la población a la que dirigen. La experiencia me dicta que la corrupción y el miedo están instalados en la política afgana, que los señores de la guerra tienen tentáculos muy largos que llegan a todos los lados, y que el gobierno talibán y Al-Qaeda mueve muchos de los hilos de la política actual.El objetivo de muchos de ellos era poder disponer de unas Fuerzas Nacionales de Seguridad Afganas (ANSF) que pudieran combatir a los talibanes y que les hicieran a ellos mismos ser dueños de Afganistán la historia de siempre. Nosotros tenemos que dedicarnos a lo nuestro, a lo que vinimos y pensar en la alegría que estamos proporcionando a muchas familias.
La Sargento Galindo ha ascendido a Brigada y se ha convertido en una militar de los pies a la cabeza. Ella nos trajo la noticia de la muerte del General Maqueda. El entierro se iba a celebrar en su Zaragoza natal e intenté ver si había alguna forma de llegar. Moví todo lo posible para estar presente en el sepelio y así fue.
Allí estaba lo más granado de las Fuerzas del Ejercito de España, con su Majestad el Rey Juan Carlos I. Todo el Estado Mayor del Ejército de Tierra, representación de los mandos internacionales del ISAF y el General de las USFOR-A Stanley McCrhystal. A muchos les impresionaba mi guerrera con todas las medallas que llevaba, pero resaltaba la Laureada de San Fernando, impresionaba a tanto mando. Tuve el privilegio de saludar a su Majestad y al General estadounidense, y allí fue donde me enteré de que sería el nuevo Comandante en Jefe del ISAF / USFOR-A en Afganistán.
No pase mucho tiempo en España y volví a mi destacamento en Qala. Esa noche cenamos todos juntos y les trasmití mis pensamientos al grupo. Habíamos perdido la ayuda del General Maqueda. Habíamos conseguido en los primeros meses del 2009 un nuevo batallón de casi 600 personas y nos habían sustituido parte de los viejos vehículos blindados BMR por los nuevos RG-31. No tenía buen presentimiento y lo que era una Base de Equipo de Reconstrucción podría pasar a otro tipo de Unidad.
Puede que no nos necesiten ya aquí, fue la expresión que comente al grupo. El nuevo General del ISAF tendrá pensado una remodelación de la situación estratégica del país. La verdad que no avanzamos y tendrán que pensar como reformularlo.
El 15 de junio tomo el mando en Afganistán el General McCrhystal y en septiembre supimos en una reunión de mandos, que Qala pasaba a ser Base del Grupo Táctico de Maniobra. Se asignaría al Coronel Ramos el control de la zona y que nuestro trabajo como Equipo de Reconstrucción se integraría dentro de la estructura de nuevo diseño.
Cuando el Coronel llego a finales de septiembre la base había quintuplicado el número de efectivos a nuestra llegada. En las reuniones que se tuvieron para la nueva organización había muchos puntos con los cuales no estaba de acuerdo, o yo pensaba que no mejorarían el panorama existente en la zona. Con mi gente de confianza analizamos la nueva situación, ya sin apoyos desde los altos mandos nuestro margen de maniobra era muy pequeño.
A finales de año fui reclamado en presencia del Coronel para una reunión de trabajo de las muchas que teníamos. Mi sorpresa es que solo estábamos él y yo solos. Charlamos largo y tendido sobre la evolución de estos meses en el Grupo y las perspectivas que tenía de cómo se podría solucionar algunos de los problemas con los que se estaba encontrando. En un momento de la conversación me dijo lo siguiente.
“No se les va a ampliar la prórroga para estar en Afganistán a usted y a su equipo, son muchos años los que llevan aquí y necesitan volver a España. Allí también se les necesita. Queremos utilizar su experiencia y la de los suyos para preparar a las nuevas unidades que vengan al país. La situación no es la misma de cuando llegaron, y es el momento de descansar”
No le respondí lo que pensaba, creó que él no quería oírlo y además la decisión ya la tenía tomada. Era mejor guardarse un as en la manga y en esos momentos de rabia negociar algo productivo para el grupo y el país.
Le conté al Coronel que era una buena idea, el tiempo hace mella en todos y el grupo seguro que lo agradecería. Me gustaría poder llevarme aMulah y Abdal a España, ella necesita unos tratamientos médicos que aquí no pueden dárselos, y creo que después de los servicios prestados se lo merecen. También le comenté la necesidad de formar un Equipo de Reconstrucción en Kandahar al sur de Afganistán y que nos ofrecíamos a liderarlo una vez pasado el tiempo de formación en España. Le dejaba en sus manos el negociar con el Mando Estratégico del ISAF la creación de dicho equipo y la posibilidad de que fuéramos nosotros los que lo encabezáramos.
Al Coronel le molestaba nuestra presencia, y era mejor negociar una buena salida. Acepto ambas cuestiones. En el plazo de un mes abandonaríamos Afganistán.
Cuando se lo comunique al grupo, todos mostraron su indignación, pero lo comprendieron rápidamente. Una rendición pactada era la mejor solución. Pregunte a Mulah y Abdal sobre ir a España para poder tener hijos, la Capitana Maroto podría ayudarlos, algo bueno podríamos sacar de esta situación.Regresamos a casa y el ejército nos reubico en una nueva unidad de creación en Alicante. En ella se iba a enseñar nuestros conocimientos y experiencia a grupos, para intervenciones en países en conflicto.
Nunca supimos cuánto tiempo íbamos a estar en dicha unidad, todos pensamos que sería cuestión de varios años y de nuevo a Afganistan. Al principio los que más disfrutaron fueron nuestra joven pareja de colaboradores. Vivir en España era un paraíso para ellos, y el tiempo se les paso muy deprisa, todo lo contrario que a nosotros. Les pusimos un pequeño apartamento que sufragaba yo con mi sueldo, Mulah empezó a trabajar en el servicio de limpieza del cuartel y Abdal empezó su tratamiento de fertilidad. Esto llevo su tiempo. La ilusión del principio llevo a la decepción del tiempo, y las alegrías se convirtieron en tristezas.
En verano del 2012 tuvimos la mayor de las alegrías, Abdal se quedó embarazada. Con todos los cuidados por parte de los médicos en la primavera del 2013 nació Petra. El grupo estaba exultante, todo lo que habíamos sufrido había merecido la pena. Ver la cara de los padres era una escena impresionante y yo era el más feliz de los mortales. Cuando la bautizaron nos eligieron a la Brigada Galindo y a mí como padrinos, el grupo no sabía cómo unirnos más si cabe.
Hacía tiempo que no pensaba en el juramento a mi mujer, pero ese era un buen día “se feliz y ayuda a los demás”. Durante el convite me acerqué a Galindo para bailar y durante los compases de las canciones le agradecí el apoyo mostrado durante esos años. Con el cambio de canción la tome por la mano para ir a la mesa presidencial, los presentes empezaron a cantar “que se besen los padrinos”. Yo acerque mi mejilla para que me diera un beso, pero ella me lo dio en los labios. El populacho gritaba de alegría y aplaudía la escena que se estaba produciendo, y cuando nos separamos le pregunté “quieres casarte conmigo”, solo necesité un beso para saber que quería estar el resto de mi vida con ella. La respuesta fue SI.
Pedí un poco de silencio a todos, felicité a los padres por esa preciosa niña que nos habían traído, a todos por acompañarnos en ese magnífico día y a Galindo por aceptar ser mi esposa. El griterío se hizo eco en el comedor, saltos de alegría, felicitaciones, abrazos, besos, vítores, y demás. Los más contentos Almendros, Mateo, Maroto que nos habían acompañado años y años en nuestro lejano Afganistán. Mulah y Abdal estaban exultantes de alegría con la noticia, éramos como unos padres para ellos y creían que era la forma de cerrar el círculo. El día no podía traer más sorpresas.
Pasaron unos meses desde el bautizo, con boda incluida, y todos formábamos una gran familia. Era el momento de regresar. La situación seguía siendo complicada en esos momentos, pero teníamos que volver. Durante estos años había entablado amistad con el General Ramírez del Estado Mayor del Ejército, y mano derecha del Ministro de Defensa Pedro Morenés Eulate. Era el momento de recibir lo pactado.
Concerté un par de citas con el General de forma informal para informarle de los avances de la unidad, situación en Afganistán, los nuevos planes, las líneas de actuación de la ISAF, el Mando Conjunto, etc. Temas que no podía sospechar de mi verdadera intención. Cuando Petra tuvo 3 años decimamos que era el momento. Corría el año 2016, ya hacía casi 7 años de nuestra partida.
Ramírez se movió con rapidez le encantó la idea que le propusimos para Kandahar, el ministro lo apoyo desde el principio y el mando de la ISAF también. El peso de España había aumentado y necesitaban de nuestra colaboración en el país, éramos un aliado con experiencia e implicado con la población, base de la nueva política internacional. A principios de septiembre estábamos allí, era nuestra casa.
Con el empleo de Coronel muchas cosas se fueron agilizando, pudimos hacer lo que teníamos planeado desde el principio, algunas puertas que antes estaban cerradas se abrieron, y los proyectos empezaron a surgir. Los cooperantes ayudaron muchísimo en este periodo, tener a Mulah y Abdal favorece la integración, pero lo que más ayuda es ver a Petra. En el campamento es la reina. Sentimos que lo que estábamos realizando en la zona era importante, que los ciudadanos lo valoraban, que las autoridades respetaban nuestro trabajo y que podíamos conseguir algo que hacía tiempo no se pensaba, PAZ .
No hay que mirar atrás, seguro que todos cometimos errores, que pusimos la mejor de nuestras voluntades, pero después de 5 años el ejército Talibán se ha hecho con el control del país. Hemos tenido poco tiempo para asimilarlo, ya que estábamos metidos de lleno en ayudar y cuando uno está concentrado en dicho esfuerzo no puede perder ni un gramo en problemas que él no pueda solucionar.
Regresamos a casa de nuevo todos juntos, más mayores, con familia, con nuevos amigos, con nuevas ilusiones y pensando ¿Cómo pudimos ayudarlos más? o en verdad ¿ellos querían que les ayudáramos?.
Ver a Petra sonreír acaba con dichos pensamientos, ah vamos a ser padres Galindo y yo, no rompí mi juramento querida mía.
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